domingo, 27 de marzo de 2011

LA GOTA QUE HIZO REBOSAR EL VASO

Crónica reaizada por nuestro compañero Pepe Asencio, de la comida tertulia el 25 de marzo de 2011 con Paco Franco Sánchez, catedrático de Estudios Arabes e Islámicos en la Universidad de Alicante, con el que pudimos hablar sobre las recientes revoluciones en el mundo islámico.

No es tarea fácil intentar resumir una conferencia tan densa y prolija como la que nos ofreció Paco Franco, origen a posteriori de un intenso y a la par sugerente debate, que en todo momento ofreció vivas muestras del interés suscitado entre los presentes. No en vano estamos siendo testigos de acontecimientos de una especial relevancia, que sin duda producirán unos cambios profundos, aún difíciles sde determinar, en una amplia y singular zona de nuestro planeta.


Expresar en un principio nuestro más sincero agradecimiento a Paco Franco por la lección magistral que nos ha brindado a los contertulios del G-180, sobre un tema tan peliagudo y complejo como es el del conflicto abierto hoy en día en la mayoría de los países del Norte de Africa (Magreb) y el Oriente Medio, que a todos sin exclusión nos tiene soliviantados y expentantes, por el transcurso de unos procesos que se suceden sin interrupción de manera atropellada y violenta, tal y como por ejemplo viene ocurriendo en Libia, desembocando en una guerra civil de incierto futuro, en la que participan potencias aliadas de la OTAN en apoyo de los rebeldes contrarios al régimen totalitario del coronel Gadafi.


Muchos son los puntos en común que han alumbrado a estas asonadas populares, dentro de este dispar y variopinto mosaico que forman estos países en conflicto de los que hablamos: Una población mayoritariamente joven, por debajo de los 25 años de edad, que se encuentra abocada al pesimismo y que tiene irremediablemente mermada su esperanza en un futuro próximo, llevándole a la desesperación del que nada tiene que perder. Regímenes corruptos asentados en el poder demasiado tiempo, que han generado auténticas satrapías que controlan hasta la extenuación y de manera despiadada la vida de sus súbditos. El acceso directo a unos medios de comunicación hasta ahora vetados para la mayoría. Las televisiones (Al Jazzera), las redes sociales, los teléfonos móviles, han sido herramientas útiles en manos de los sublevados, tanto para organizarse como para estar informados convenientemente, alejándose así de las tergiversadoras vías oficialistas. El relevante papel jugado por las mujeres, que han encontrado acomodo y protagonismo en las espontáneas manifestaciones, sabedoras de que no pueden quedar una vez más sin coger el tren de la historia. El hartazgo de un status quo que mantiene a gran parte de la población por debajo de los umbrales de la pobreza, manteniendo un sistema de castas que acaparan para sí múltiples prebendas y privilegios. En algunos lugares se habla por primera vez de establecer una democracia, de que se den las condiciones adecuadas para formar una clase media, que de por finalizado un sistema férreamente jerarquizado. Que la educación sea universal, no tan sólo terreno abonado por las élites.


Estamos hablando de una auténtica revolución popular sin precedentes en esta zona, que sacaría a los pueblos literalmente de la Edad Media en la que se encuentran ancestralmente sumidos. Y para que todo lo hasta ahora vivido haya fructificado, ha sido factor indispensable la constancia demostrada con creces por esos pueblos, sin importar su procedencia, a costa de poner en riesgo innumerables vidas. Hombres y mujeres, seres anónimos, se han propuesto con inusitada perseverancia luchar con denuedo por su anhelo de ver cumplidos sus sueños de libertad. En todos los procesos históricos habidos es determinante el factor humano, y en esta historia no lo iba a ser menos, de hecho ya tiene su propio héroe, su mártir, en la persona de ese joven tunecino que desesperado se inmoló, convirtiéndose en su primera víctima reconocida, en esa gota que hizo rebosar el vaso.